Restaurante A Casa do Porco en Sao Paulo ¡¡pura dinamita porcina!!

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Restaurante A Casa do Porco en Sao Paulo ¡¡pura dinamita porcina!!

De carnicero en su época juvenil hasta chef en algunos de los mejores restaurantes de Brasil, Jefferson Rueda decidió volver a sus orígenes campesinos para dedicarle al cerdo todo un templo de barrio con una filosofía muy personal: no se aceptan reservas y aunque las colas son permanentes fomentan el turismo entre sus comensales mientras esperan y revitalizar el centro de una ciudad tan complicada como Sao Paulo, desde un local en edificio humilde pintado de grafitis.

Tras desarrollar su propia técnica de asar el cerdo, su experiencia de 20 años como chef profesional y su aprendizaje hasta con un staff en el Celler de Can Roca, le permite elaboraciones sofisticadas con todas las partes del cerdo posibles, con cortes novedosos o temperaturas muy bajas. Por supuesto, una de las estrellas de la casa es el cerdo (adulto) asado entero, algo digno de ver, en una parrilla giratoria que sujeta las dos canales del animal. Es su plato más conocido, el cerdo San Zé, su plato más democrático, desde el hocico hasta el rabo.

Entre los platos para hacer la cola mientras haces turismo por el centro de Sao Paulo el sushi de cerdo con papada, chicharrón con dulce de guayaba (sorprendente presentación en cabeza de cerdo de cerámica esmaltada) , tartar de cerdo madurado y caviar, embutidos de cabeza de cerdo, el canapé de sangre (como él dice si el animal es bueno su sangre también lo será), el pan chino con panceta de cerdo, rábano fermentado, salsa agridulce y berros, su feijoada mexidinha (versión del plato nacional de Brasil) o la berenjena asada con ragú de cerdo y queso parmesano.

En un espacio colorista y desenfadado, que destila diversión, hay que probar su cóctel Chinatown (Ginebra, té y vermut rojo) o su cóctel Pig Wonka (ron, jugo de uva y sirope). Estupenda carta de vinos y espumosos, refinados postres presentados con humor, como el que lleva una enorme bola de algodón de azúcar y hasta menú degustación.

Jefferson Rueda decidió volver a sus orígenes campesinos para dedicarle al cerdo todo un templo de barrio con una filosofía muy personal.

Como cuenta su mujer, el cerdo fue la primera moneda brasileña, es un símbolo de riqueza y prosperidad, pero desde luego al margen de símbolos este restaurante bien merece hacer cola de varias horas, porque es fácil, llegas, te toman el número de teléfono, te vas de paseo y te avisan cuando la mesa esté disponible. Tienen además una plataforma de internet que te va indicando cuánto te queda.

Recomendado por la Michelín, su restaurante está entre los diez mejores de Sudamérica y entre los 50 mejores del mundo. Y nuevamente nos encontramos con un chef preocupado por la vida digna de los animales, que controla la alimentación de sus cerdos criados en absoluta libertad y que se cansó de dar de comer a la élite para centrarse en precios más adaptados al gran público, con desperdicio cero.